miércoles, 18 de noviembre de 2009

Sencillez, transparencia y alienación.

La sencillez y la transparencia son imperativos del diseño de cualquier tipo de interfaz eficaz, deseable. Tropezar contra la interfaz es una experiencia frustrante cuando se repite, sin embargo el diseño de las interfases puede y consideramos que debe tener un momento evolutivo temporal, lo que suele denominarse como progressive disclosure, conforme nuestro expertise avanza en el conocimiento de una aplicación, de una interfaz, esta debería brindar posibilidades nuevas cuya presentación inicial seguramente hubiera generado confusión pero que dominadas las etapas anteriores amplían las posibilidades operativas del objeto técnico. (progressive disclosure)




La profundización en el conocimiento de estas herramientas produce externalidades positivas, en el sentido de la capacidad de apropiación y reorientación de las potencias tecnológicas hacia intereses novedosos definidos de modo más o menos autónomo. Esto, más que cualquier otra cosa, debiera ser el ideal regulativo de la evolución tecnológica. Sin embargo no resulta el caso.


Detrás del argumento de la simplificación y la sencillez suele ocultarse la restricción y el control que derivan adquiridos derechos de propiedad, a veces razonables, por lo general abusivos.

Las interfaces se han vuelto marcas, experiencias de usuario. ¿Acaso hay duda de que Mac ha sido la ruedita de sus ipods? Ciertamente resulta poco probable que las malas experiencias tengan un amplio share de mercado, pero también resulta serio que en términos macro solemos definir la experiencia tecnológica conforme a baremos muy restringidos. No tenemos un censo de empresas orientadas a la producción tecnológica de mercado pero no son tantas ni tan distintas y en el caso de los sistemas operativos juzgamos por toda experiencia la de una única fidelidad.

La evolución de las interfaces en términos más generales, sin entrar en las distinciones propias de cada tipo de interfaz (lo que será abordado más adelante) es lo que se denomina Web 2.0. Puede decirse que para acceder a la interfaz de la Web lo único que nos hacía falta era un browser que interpretar el lenguaje en el que está mayormente constituida: HTML y aun podemos prescindir de un Mouse para navegarla. Una de las características fundamentales del HTML es que es un lenguaje no compilado, abierto en el sentido de open source, lo que permite estudiar, copiar y modificar un código para que realice aquello que deseamos independientemente de las condiciones y funcionalidades que tenía originalmente. Esta posibilidad fue la que alentó infinidad de experimentos que empezaron, quizá, sin pretensiones comerciales y que luego fueron desarrollados y perfeccionados para ofrecer servicios que en algunos casos tienen finalidad comercial. El éxito de una red social como Facebook es haber brindado una interfaz funcional para

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